Saltó la polémica, terminaron las obras de una nueva pista de 4,4 km. en el Aralar entre Intzensao y Saltarri, el primer tramo de 1,5 km. hasta Goroskintxo concluido en noviembre 2016 provoca un deplorable sabotaje y muestra la torpeza de la administración, que “vende” las pistas como... oiga usted, es una acción de conservación de la naturaleza! Luego vino la quema del refugio de Oidui.
Los grupos ecologistas protestan y argumentan, una evaluación de impacto ambiental simplificada e incompleta, no se contemplan otras alternativas, no hay análisis geotécnico, el informe arqueológico incompleto, no hay informe paleontológico, aumento de la erosión, no hay evaluación de posibles daños en un entorno protegido de flora y fauna, y esta inversión ignora el mayor problema de los pastores, la diversificación de canales rentables de comercialización de sus productos.
Los que saben de etnografía certifican que en estos últimos 50 años el pastoreo ha cambiado en el Aralar más que en los últimos 5.000, aunque algunos pastores aún utilizan las mismas sendas que hace cinco milenios para acercarse a los pastos de altura y todavía se ordeña y elabora queso en la sierra, algo meritorio si se tiene en cuenta como nos ha ido con otro tipo de productos o mercados.
Diversos planes municipales, comarcales, provinciales o autonómicos influyen en el Parque y la mancomunidad de Enirio-Aralar en sus más de 500 años de historia, ha sido testigo de innumerables conflictos generados entre pastores, forestales, agricultores e industriales, pero en este siglo XXI dos nuevos actores han irrumpido con fuerza en nuestro escenario, el turismo y la protección de la naturaleza, lo que origina un nuevo equilibrio de fuerzas e intereses a veces divergentes.
La política de protección de la naturaleza en estos últimos años ha ido siempre de la mano de planes de desarrollo rural, algo en principio sensato, quien mejor conoce y cuida el medio natural, es aquél que su día a día, su trabajo y energía lo gasta en comunión constante con la naturaleza, unas manos llenas de callos, una makila de avellano, una txapela, un buen perro y un rebaño, manejan mejor el medio que cualquier excursionista con un GPS de oferta.
El turismo es la nueva industria postcrisis, las oportunidades que se presentan son novedosas y prometedoras, pero así como todo el mundo estará de acuerdo en que no hay que dejar la naturaleza en manos de las empresas de servicios turísticos, también ha llegado el momento de cambiar la filosofía y procedimientos de conservación de la naturaleza, dotándolos de autonomía respecto al desarrollo de nuestros caseríos, haciendas o cooperativas rurales.
Déjenme que me quede en la anécdota, dos les contaré, ya que no es éste lugar adecuado para profundizar en tantos temas polémicos planteados. El último Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural de Aralar (PRUG) publicado en mayo de 2005, con validez de cinco años, caducado y aún en valor, redactado por el Departamento de Desarrollo Rural, es el encargado de la protección de la naturaleza del Parque, lo dicho.
En 2005 un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas demuestra que nuestro "cangrejo autóctono", al que tantas ayudas, esfuerzos y repoblaciones promete el PRUG, es en realidad una especie importada desde Italia a finales del S.XVI por expreso deseo de Felipe II. El autor del estudio finaliza con la reflexión que quizás no merezca la pena dedicar tanto esfuerzo a una especie alóctona, en un contexto general de degradación de los medios acuáticos, nuestro PRUG del Aralar ya nació obsoleto por culpa de un cangrejo.
El verano pasado he sido testigo en el Aralar del descubrimiento de un dolmen, tres chromlech, varios fondos de cabaña, una cista y diversas txabolas medievales, algo asombroso que en la era de la comunicación por satélite, el mundo del pastoreo no haya aún inventariado ni mapeado su propia historia, escrita en las piedras ocultas de los laberintos del Aralar. En una de esas intervenciones en superficie un experto comentaba con tristeza y enfado que la retirada de la argoma, producto comercial de otras épocas, se realiza con maquinaria pesada, ignorando las abundantes estructuras pastoriles aún sin catalogar, que desaparecen al machacar el terreno. El tradicional y funcional manejo del fuego aparcado por un buenismo proteccionista.
Los 138.000 € que han costado los primeros 1,5 km de pista podrían haberse invertido en acordar junto a la administración navarra, un proyecto de colaboración que nunca se ha hecho, y que incluyera un sistema de monitorización de flora y fauna, un plan de intervenciones arqueológicas y un análisis multidisciplinar etnográfico, geográfico e histórico de la sierra, y todo ello sin apartarse una coma del PRUG.
15 de agosto en la sierra |
Los que saben de etnografía certifican que en estos últimos 50 años el pastoreo ha cambiado en el Aralar más que en los últimos 5.000, aunque algunos pastores aún utilizan las mismas sendas que hace cinco milenios para acercarse a los pastos de altura y todavía se ordeña y elabora queso en la sierra, algo meritorio si se tiene en cuenta como nos ha ido con otro tipo de productos o mercados.
Diversos planes municipales, comarcales, provinciales o autonómicos influyen en el Parque y la mancomunidad de Enirio-Aralar en sus más de 500 años de historia, ha sido testigo de innumerables conflictos generados entre pastores, forestales, agricultores e industriales, pero en este siglo XXI dos nuevos actores han irrumpido con fuerza en nuestro escenario, el turismo y la protección de la naturaleza, lo que origina un nuevo equilibrio de fuerzas e intereses a veces divergentes.
2016 subiendo ovejas a los pastos |
El turismo es la nueva industria postcrisis, las oportunidades que se presentan son novedosas y prometedoras, pero así como todo el mundo estará de acuerdo en que no hay que dejar la naturaleza en manos de las empresas de servicios turísticos, también ha llegado el momento de cambiar la filosofía y procedimientos de conservación de la naturaleza, dotándolos de autonomía respecto al desarrollo de nuestros caseríos, haciendas o cooperativas rurales.
Ilbetarria |
Déjenme que me quede en la anécdota, dos les contaré, ya que no es éste lugar adecuado para profundizar en tantos temas polémicos planteados. El último Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Natural de Aralar (PRUG) publicado en mayo de 2005, con validez de cinco años, caducado y aún en valor, redactado por el Departamento de Desarrollo Rural, es el encargado de la protección de la naturaleza del Parque, lo dicho.
En 2005 un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas demuestra que nuestro "cangrejo autóctono", al que tantas ayudas, esfuerzos y repoblaciones promete el PRUG, es en realidad una especie importada desde Italia a finales del S.XVI por expreso deseo de Felipe II. El autor del estudio finaliza con la reflexión que quizás no merezca la pena dedicar tanto esfuerzo a una especie alóctona, en un contexto general de degradación de los medios acuáticos, nuestro PRUG del Aralar ya nació obsoleto por culpa de un cangrejo.
El verano pasado he sido testigo en el Aralar del descubrimiento de un dolmen, tres chromlech, varios fondos de cabaña, una cista y diversas txabolas medievales, algo asombroso que en la era de la comunicación por satélite, el mundo del pastoreo no haya aún inventariado ni mapeado su propia historia, escrita en las piedras ocultas de los laberintos del Aralar. En una de esas intervenciones en superficie un experto comentaba con tristeza y enfado que la retirada de la argoma, producto comercial de otras épocas, se realiza con maquinaria pesada, ignorando las abundantes estructuras pastoriles aún sin catalogar, que desaparecen al machacar el terreno. El tradicional y funcional manejo del fuego aparcado por un buenismo proteccionista.
Artzaia Aralarrean |