10 octubre 2013

Karobiak

La calera, karobia en euskera es una construcción aneja al caserío, un horno en el que se fabricaba cal viva a base de capas alternas de piedra caliza y leña. A la calera se le prendía fuego por la parte inferior y había que alimentarlo de leña durante varios días. Por esta particular forma de trabajar las caleras se construían junto a taludes para facilitar por la parte inferior el encendido y control del fuego, y por la parte superior del talud el aporte de piedra y combustible

En todos los pueblos existían caleras y la cal obtenida se utilizaba para abonar la tierra, desinfectar los establos o blanquear las paredes de los caseríos. Además de la imprescindible y cara madera, el horno se alimentaba con argoma y otros restos vegetales de arbustos de los alrededores. Para este trabajo era necesario el esfuerzo de más de una familia, y por ello el trabajo de la calera era en muchos casos de carácter comunal, motivo por el cual se construían cerca de caminos vecinales. La cal obtenida se distribuía entre los vecinos a partes iguales. Para ello se pesaba sobre un balancín, en uno de los extremos se colocaba una piedra crecida y en el otro una cesta llena de cal. Era costumbre que los trabajos vecinales terminaran en una comida de carácter festivo.

En agosto de 2010 ya se hablo en un post de La Calera de Aginaga, pero en esta ocasión quiero llamar la atención sobre otra calera de Gaztelu, que a pesar de que se encuentra totalmente abandonada, debiera ser prioritaria su recuperación y mantenimiento.

Esta calera que aparece en las fotografías se encuentra muy cerca de la casa Zabale de Gaztelu, bajando hacia Leaburu por la carretera al lado izquierdo, prácticamente frente al viejo mojón de carretera de la diputación que está a mano derecha.

No parece muy difícil ni complicado su limpieza y recuperación, y desde estas líneas hacemos un llamamiento al ayuntamiento de Gaztelu para que organice algún tipo de intervención que muy bien podría ser, en primer lugar un auzolan para una primera limpieza de urgencia, y posteriormente un campamento de verano en colaboración con la diputación para su restauración total y documentar una estructura que es parte del pasado reciente del pueblo; recordando un viejo adagio, "Un pueblo sin pasado y sin memoria, es un pueblo sin futuro"

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