Cuenta una vieja y conocida leyenda que pisar descalzo el rocío la mañana de San Juan, proporciona salud y suerte a quien lo haga. Lo que SÍ te puedo asegurar, que hacerlo el día de San Juan o el día que sea, es uno de esos placeres impagables, que nunca un centro de estética, un gimnasio de operación bikini, unas termas, un viaje organizado, un hotel de cinco estrellas o un balneario te podrán jamás ofrecer. Es un gustazo descalzarse de botas y calcetines, pisar tierra, sentir mojados los pies cansados, dejarte llevarte cuerpo y mente por sensaciones olvidadas, emociones reprimidas y sorpresas censuradas por la prisa, el estrés, la competitividad y el consumismo. Pruébalo, el monte, la montaña no es sólo cimas a conquistar, es también un lugar donde experimentar, sentir y vivir. Nuestros niños hoy día son capaces de manejar complejos y endiablados computadores pero en cambio desconocen esos pequeños placeres que la naturaleza nos regala. Aprende y enseña.
En primer plano y delante del rocío está el Trébol de los prados, y en segundo plano se observan varios Teucrios de los pirineos, planta también llamada "angelitos". Foto: hierbal de Aitzulu en Gaztelu, día 25.06.2010.
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