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30 septiembre 2015

Lluvia de gusanos en el bosque encantado de piedra

El Bosque Encantado de Piedra de Urbasa
¿Has visto alguna vez llover gusanos vivos? ¿Crees que esto es una broma? pues para nada, resulta que es totalmente cierto, sigue leyendo y mientras tanto si notas un ligero picor por el cuerpo, investiga, puede que sea algún gusanillo, pero..... ¡qué mas da! si total tarde o temprano vamos a ser pasto de larvas y orugas, es lo único que como especie animal que somos tenemos asegurado para el futuro.

Septiembre 2015, Urbasa, hayedo sin hojas
La naturaleza a veces nos obsequia con espectáculos inolvidables, y el que paso a relataros es uno de esos que además no es muy común de ver, aquí, en Euskalerria, muy cerquita, en la Sierra de Urbasa.

La naturaleza suele ser amable y bella, pero sin previo aviso sus manifestaciones pueden tambièn ser terribles y de connotaciones apocalípticas, pasamos de repente y sin previo aviso de la extrema belleza de un paraíso perdido, de un hayedo, a un desastre natural en el que las consecuencias futuras aún están por ver.

Hayedo afectado por la plaga sep. 2015
Quizás hayas oído hablar del Bosque Encantado de Piedra de la Sierra de Urbasa, en las fotografías hay un par de pinceladas de este fantástico y original entorno. Si subimos desde Olazti por Portuzarra a Urbasa enseguida encontraremos el Centro de Interpretación del Parque Natural, podemos aquí dejar el coche, y en un recorrido totalmente llano y adaptado para minusválidos, veremos algunas de las formaciones rocosas más impresionantes del llamado Bosque Encantado de Piedra.

Tronco de haya con orugas
Dejando atrás el sendero adaptado, y siempre por terreno llano avanzamos hacia el este, hacia Larrekarte, y en un poste señalizador del camino, encontraremos una notificación del Gobierno de Navarra, en donde se indica que una plaga de orugas defoliadoras (destructoras de hojas) afecta al bosque, es Elkneria pudibunda o Calliteara pudibunda (ficha Wikipedia) o Dasycira pudibunda, una oruga-imago-polilla, que entre sus características destaca por su diformismo en su etapa de mariposa, así como por su color de oruga amarillo intenso.


Elkneria pudibunda
El espectáculo es sobrecogedor, decenas de hectáreas de bosque afectado, laderas enteras de hayedo sin hojas en septiembre, y millones, millones y millones de orugas, adosadas al tronco de viejas hayas, el suelo repleto de orugas, pises donde pises, orugas, y de las desnudas copas de las hayas, una ligera pero evidente lluvia de orugas que se pegan a la ropa, a la mochila, a las botas, algo realmente sobrecogedor, una orgía de orugas inenarrable, hay que verlo para creerlo. Aquí te dejo un documento del Gobierno de Navarra, con información de esta plaga.


Haya infectada de orugas
Estamos ante un auténtico Espectáculo de Orugas, un espectáculo inquietante y turbador, si tenemos en cuenta que sólo una mariposa de esta especie puede poner hasta 600 huevos.

Pudibundo es sinónimo de pudoroso, recatado o tímido y hace referencia a la infinidad de pelos con los que se envuelve tanto la larva como la polilla, como si la mariposa tuviera vergüenza de mostrarse tal como es.

Tronco de haya infectado
Es difícil detectar la plaga en sus primeras fases, luego parece que los árboles se comunican entre sí con productos químicos, y no echan hojas, esta primavera el hayedo de Urbasa en esta zona, quedó sin que las hojas brotaran, es su forma de defensa ante la plaga de orugas. Las yemas de donde brotarán las hojas están vivas pero como adormiladas.

La fase de mayor actividad de la plaga es precisamente a finales de septiembre principios de octubre, en esta época "llueven" orugas que intentan alimentarse antes de pasar a la fase de imago, en la que pasarán todo el invierno, enterradas en la hojarasca o en huecos del bosque, antes de la metamorfosis a polilla, mariposas que se podrán ver de abril a julio.

Los expertos opinan que es una plaga menor, y no se aconseja intervenir en el bosque. Seguiremos el año que viene la evolución de esta plaga, y veremos en qué queda todo este desastre y aquí te lo contaremos. Una pena, un motivo mas para perder la esperanza en Homo sapiens, totalmente descontrolado, incapaz, sin honestidad e irresponsable, Sálvese quien pueda!, pero ¿todavía hay esperanza?


24 mayo 2011

Hayas trasmochas en Gaztelumendi

Haya sin trasmochar
El haya, Fagus sylvatica, pagoa en euskara, es un árbol que de forma natural y sobre todo en espacios abiertos, crece hacia arriba a gran altura incluso hasta los 40 m.

El haya trasmocha en cambio es un tipo de árbol modificado por la acción del hombre, con un grueso tronco de unos 2 m. de altura, a partir de la cual y por medio de diversos tipos de cortes dirigidos no se deja crecer tanto en altura, sino más bien en anchura. Ese punto de altura donde comienzan los cortes se llama la "cruz".

24 marzo 2009

Why? Zergatik? Porqué? Pourquoi? Ma per qué?

Caminando sin prisa un atardecer por Gaztelumendi, noté cierto cansancio existencial y me senté en una pradera cercana a Minatxuri para disfrutar del paisaje mientras reponía fuerzas con descanso y algo de fruta. En esa situación y en ese lugar, si bien algo más joven que hoy, comprendí que el cien por cien de todo lo que mis ojos observaban, había sido modificado por la acción del hombre. Todo, absolutamente todo lo que veía, reflejaba en mayor o menor medida la presión de la actividad humana.

El medio ambiente había sido modificado completamente por el hombre generación tras generación, y su estructura actual obedecía a las exigencias de una sociedad que vivía de espaldas a la naturaleza. Lo que todo el mundo llamamos naturaleza, no es entonces sino un inmenso jardín, mejor o peor conservado según el lugar, pero sobre todo más natural cuanto más alejado está de los asentamientos humanos permanentes.

La naturaleza por lo tanto queda relegada a los espacios que el hombre no necesita ni utiliza. Solamente nos quedan retazos y trazas de la naturaleza primigenia. ¿O… quizás el cansancio había hecho demasiada mella e hizo que mis apreciaciones fueran exageradas? No, por desgracia no iba mal encaminado.
Todos estos patéticos pensamientos, me abrumaron, asombraron, indignaron y me convencieron para siempre de que el hombre es ante todo un ser con una poderosa capacidad destructiva, pero también me hicieron recelar para siempre de nuestro afán por construir maravillosos tótem y modernos monumentos al “progreso” sobre las ruinas de una naturaleza expoliada. Tuve la sensación de ser un niño a quién la naturaleza secretamente insinuaba que “los reyes magos eran los padres”, que ella sólo era un pequeño jardín muchas veces maltratado y al que obligatoria y prioritariamente había que proteger.
Desde niños habíamos vivido siempre engañados: la cigüeña, los reyes magos, la felicidad, la madre tierra, y ahora y por último descubría que el jardín del edén, no sólo era un mito, sino que nosotros mismos lo habitamos y lo destruimos. ¡Madre mía, mentira tras mentira construimos un futuro insostenible!
Todavía hoy es el día que al expolio, destrucción y desprecio por lo natural, muchos le llaman desarrollo sostenible. La política y la empresa desvergonzadamente utilizan lo natural, la ecología y el medio ambiente exclusivamente para sus intereses particulares, siempre pensando en el corto plazo, bajo la presión de unas elecciones o de una cuenta de pérdidas y ganancias con muchos ceros. El desarrollismo lo disfrazamos con una capa de falsa sostenibilidad, mientras lenta pero persistentemente vamos acabando hasta con el último vestigio de lo que un día no hace mucho tiempo fue algo natural.
Sin ningún género de dudas, la mejor defensa del medio ambiente pero a veces por desconocimiento también su destrucción, hoy en día lo realizan los que el día a día lo desarrollan en la propia naturaleza, es decir, los caseros o baserritarras, los propietarios y explotadores de bosques, los cazadores, montañeros, ganaderos y también los curiosos que como yo y probablemente también como tú, miramos a la naturaleza con el respeto, desconfianza y desconocimiento de quien mira a través de una mirilla, para saber sin ser visto quién llama a nuestra puerta.

Pues bien, en esta ocasión nos llama a la puerta la naturaleza escondida y agazapada en el jardín de los montes de Gaztelumendi. Se podría haber escogido otras montañas u otros territorios para sentir sensaciones similares. También en este mismo entorno las emociones pudieran ser otras, si el que las percibe se manifiesta y decanta por otras prioridades y motivaciones.

Antiguos caminos, nuevas carreteras, autovías de montaña y edificaciones, los límites perfectamente definidos y rectilíneos entre bosques y praderas, caseríos, bordas, pastos, explotaciones mineras y ganaderas, canteras, depósitos de agua, majadas, canalizaciones diversas, alambradas, mojones, torres eléctricas, palomeras, escombreras, el vapor de agua de los aviones en los cielos, etc. y hasta en las cimas de las montañas también se observan restos y huellas que los hombres abandonamos, para marcar un territorio natural y hostil con nuestras señas de identidad, como si de esta forma ingenuamente elimináramos los peligros de una naturaleza enfadada ante nuestros propios desmanes.

La propuesta es pasear sin prisas por los montes de Gaztelumendi, y reconciliarnos con la naturaleza. Hay que disfrutar del paisaje, detenerse y observar las flores, los árboles, el terreno y los animales, descubrir el significado de los secretos que la naturaleza nos va a ir descubriendo, advertir la evolución del entorno, etc., ¡Hay tanto que comprender y tanto que descubrir!, que el rato que estás pasando leyendo esto es sólo un soplo de vida para una eternidad.

Hay que pararse en cualquier sitio del camino: recuerda que lo más importante de cualquier viaje no está ni en el principio, ni en el final, sino en el propio camino. Caminante, no hay camino….

Equípate bien y ligero. Lleva prismáticos, cámara de fotos, soledad o buena compañía, las dos cosas son buenas si han sido bien elegidas, lleva algo de comida, una libreta y un bolígrafo, ropa cómoda, un buen bastón, una cantimplora, una navaja, una lupa, una guía de plantas o de pájaros, una gorra para cubrir la cabeza y pocas cosas más.
Pero…. muy importante, cuando abandones el lugar, que nadie note que has pasado por allí, que nadie descubra una sola huella de tu “espero” feliz camino, caminante…… se hace camino al andar….

23 marzo 2009

Otsolaitz - La piedra del lobo

Hacía ya más de un año que no visitaba Otsolaitz, y además recordaba perfectamente cómo aquél fue un ciclo "vecero" y el suelo del hayedo lo encontré entonces completamente sembrado de hayucos recién caidos. Lamentablemente me falló la maquina de fotos, o creo recordar que una posterior y zafiosa manipulación informática me hizo perder el reportaje del día.

Las hayas cada 7 u 8 años tienen una producción excepcional de frutos, y por eso se les dice "veceros". Ya desde casa salí con la intención de recolectar 4 o 5 pies de planta de haya de nueva germinación del año anterior, para replantarlos y verlos crecer unos años en casa hasta miniaturalizarlos y hacerlos luego bonsais.
Como muchas veces pasa, la intención es una y el resultado suele ser otro. El día antes de esta excursión había caido por los alrededores una tormenta primaveral, corta en duración pero de gran intensidad; incluso la prensa del día se hacía eco de los estragos que causaron las abundantes precipitaciones que se concentraron sobre todo en el área de Belauntza.

Lo que me encontré en Otsolaitz fue un manto de hojas de haya recién brotadas y caídas en el suelo, golpeadas implacablemente por el inoportuno granizo primaveral, pero nada de hayucos germinados. El espectáculo me impresionó, pero la naturaleza a veces es violenta, violentamente natural. Esta tormenta quedará reflejada en un anillo más delgado para ese año en el tronco de las hayas, en un registro dendrocronológico inequívoco, pero los árboles sobrevivirán sin problemas.

Me empecé a sentir mal y con cargo de conciencia, porque horas antes había dormido una suave siesta de diez minutos mientras oía en el Teleberri un truculento suceso sobre una niña que había sido violada. Reconozco que el resultado de la tormenta del día anterior en Otsolaitz me había impresionado más que el suceso de Santander.
A 40 metros de esta escena y ya en la cara norte de Arburuko harkaitza me fijé en su cruz, en las piedras sobre las que se asienta y ví claramente a un lobo de piedra caliza, que me miraba fijamente y sin compasión a la vez que me sugería que abandonara rápidamente aquél lugar reservado sólo para lo bello, lo natural y lo honesto. Aquella noche tuve pesadillas: un monstruo de piedra retorcía mi cuerpo y huesos hasta convertirme en un bonsai.
Al día siguiente me informé en internet sobre la situación del lobo en Euskalherria, y llegué a la conclusión que este paraje no es "La piedra del lobo" sino "El lobo de piedra", con todo lo que ello quiere decir.