28 febrero 2011

Cuento de invierno: "Rutinas del Siglo XXI"

Amentos masculinos de avellano en pleno invierno
Gaztelu es un pueblo en el que acaba la carretera..... y cuenta una vieja leyenda urbana, que los habitantes de este tipo de pueblos, estamos todos un poco locos. ¿Sería preferible que Gaztelu fuera lugar de paso, que tuviéramos gasolinera, cajero automático y escuela, tiendas de chinos, cines e hipermercados, un restaurante o un putiklub de éxito? Gaztelu no siempre ha sido así, hace no muchos años, por no haber, no había ni carretera, aunque el actual GR9, la ruta que une Gorriti en Navarra con Gaztelu, fue una vía principal de paso, frecuentada por buscavidas, cuatreros, desterrados, ganaderos, trashumantes, viajeros, nómadas, gitanos, tahúres de la vida y un largo etcétera de origen diverso y la mayoría de dudosa honradez.

Muchos amigos y conocidos comentan a menudo que no se acercan más a Gaztelu, porque no hay "taberna", porque no hay dónde ir, e intento convencerlos si bien reconozco que con poco éxito, que ese es uno de los mayores encantos que tiene, que hay mucho que ver y oír, pero precisamente de esas cosas que no estamos acostumbrados a vivir o a aceptar como esenciales, el sonido del agua, el ruido del bosque, las huellas del trabajo de campo, naturaleza, grandes espacios, deporte sin competición, tranquilidad.... en fin todo eso que hoy no se lleva.

Mirando la mar desde Erroizpe
Las rutinas cambian, lo que en un tiempo es infierno y ruina se puede convertir en norma y bendición. "Rutina" es una palabra que hoy se usa bien poco, sólo cuando por ejemplo se habla de "las vacaciones", y el recurrente tópico de "romper la rutina", también las mamás, cuando hablan de lo bien "que les comen" sus niños, comentan con orgullo que lo que mejor les va a sus infantes es la rutina..... y poco más, como si "rutina" fuera una palabra maldita de significado y acción deleznable. Lo curioso del caso es que para un mago, para un ilusionista, los estudiados y milimetrados movimientos que aparentemente de forma natural ejecuta sobre el escenario, técnicamente se llaman "rutinas".


Vine de la ciudad a vivir a Gaztelu un invierno de hace ya casi 20 años, con mi mujer embarazada, un niño de dos años y un hogar literal y físicamente a construir, 20 años de rutinas, bajando a trabajar a la ciudad todos días....... y cuando hablo de mi pueblo a algún amigo o conocido siempre cuento estas dos anécdotas, que paso ahora a relatarte, dos vivencias bastante normales, pero que aún hoy cuando las recuerdo sacuden por completo mi diaria rutina mental.

Erroizpe gaina
Llevaba ya más de un año viviendo en Gaztelu y un día a las 6 de la mañana, vi desde el coche en el soportal del ayuntamiento a un vecino que parecía estar esperando. Paré, le pregunté a ver si bajaba a Tolosa.... y ese fue el inicio de una curiosa y peculiar amistad. Me lo volví a encontrar al mes siguiente, y lo que al principio fueron encuentros ocasionales, con el lento paso del tiempo se convirtieron en rutina, de modo que todos, absolutamente todos los lunes de feria y jueves de ocio, le bajaba en coche a Tolosa a Lontxo Uzurburukoa. Las conversaciones fueron muchas y de diversa índole..... pero la que más me impresionó fue un día de luna llena, en el que una vez que llegamos a nuestro destino, Lontxo no se bajaba del coche, permanecía inmóvil e impasible, a pesar de la prisa que tenía yo por llegar al trabajo. Salí del coche, abrí la puerta del copiloto... y aun y todo no salía, y así sin más, desde el asiento me espetó: "Te has parado a pensar alguna vez porqué la luna no se cae al suelo"..... joder, me quedé de piedra. Al poco tiempo, Lontxo un día con gran solemnidad y misterio me regaló un décimo de lotería. Me impresionó. Me sorprendió. Me descolocó. No esperaba esa generosidad, a pesar de que llevaba ya más de cinco años de "taxi" gratuito. Bueno, Lontxo para mí fue un personaje estupendo, y me alegró y animó muchas oscuras mañanas de invierno, pero al día siguiente del regalo comprobé estupefacto que el décimo de lotería había ya caducado. A veces, el significado de las cosas es demasiado profundo, y en muchas ocasiones no hay ni que buscar significado. Lontxo falleció hace un año.... y le echo de menos.

Uzurburu
Segunda anécdota. Cuando llegamos a Gaztelu, una de las primeras actividades de mi compañera fue decorar el exterior de la casa con jardineras, tiestos, ciclámenes de invierno, bulbos primaverales, pensamientos, geranios... y claro, no tardó en llegarnos el comentario de nuestros nuevos vecinos...... ¿Y eso que ponéis ahí se come? No entendían los caseros, desperdiciar tierra, dinero y tiempo en un trabajo sin aparente rendimiento económico. Hoy día, todos los caseríos están bella y delicadamente decorados con dondiegos, tulipanes, narcisos..... y hasta algunos con enanitos y ridículas metas en miniatura.

Todos los días aprendo algo, pero sinceramente no me siento capacitado para la enseñanza, cada día me doy cuenta que sabemos muy poco de la vida y menos aún de todo lo que nos rodea; hasta en el pueblo más pequeño del mundo las rutinas cambian, lo natural es el cambio, por mucho que nos intenten convencer que la prioridad sea ser conservador. No albergo ninguna duda de que vivo rutinariamente rodeado de inexplicables y bellas contradicciones, aunque una incomprensible e irremediable tragedia asoma de nuevo por la mirilla de nuestras vidas y golpea la aldaba con extrema virulencia.

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